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Las túnicas transparentes de las Tres Gracias, las elegantes manos de Venus y las floridas vestiduras de Flora se unen para crear una de las obras más bellas del Renacimiento italiano. El cuadro refleja el delicado dibujo que era fundamental en el arte florentino de la época, y la sutil línea de Botticelli crea una atmósfera delicada, casi femenina.
Botticelli comenzó su aprendizaje con Fra Filippo Lippi, y después frecuentó los círculos intelectuales que prosperaron durante la «edad de oro» de Florencia. Muchas de sus obras encierran significados filosóficos y alegóricos; La primavera, en particular, ha suscitado numerosas discusiones acerca de su significación simbólica. El artista recibió después la influencia de un carismático sacerdote llamado Savonarola, y su producción de obras de asunto mitológico disminuyó.
Botticelli murió casi en el olvido. Fue redescubierto en el siglo XIX por los prerrafaelistas, que admiraban ante todo el delicado dibujo del artista del Renacimiento.
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