Una diosa sensual, de piel de porcelana, contempla su reflejo mientras se dispone a bañarse. Los suaves amarillos, blancos y tonos carne crean una sensación de calma, y el cuerpo alargado queda acentuado por la columna jónica que hay detrás de la figura y por la forma misma del lienzo. Las pinceladas, invisibles a simple vista, son tan suaves y pulidas como la superficie brillante del agua.
Leighton que estudió arte en Europa, fue la cabeza visible del clasicismo británico, con un estilo y una temática muy influidos por las estatuas y la mitología de la Antigüedad, en directa oposición al medievalismo de los prerrafaelistas. Su primer cuadro lo adquirió la propia reina Victoria, lo cual representó el éxito inmediato. Sus obras alcanzaron gran popularidad en formas de reproducciones producidas en masa. Leighton fue también un excelente escultor y llegó a ser elegido presidente de la Real Academia de Londres. ellos.
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