miércoles, 1 de marzo de 2017

Grünewald_El altar de Isenheim_Musée d'Unterlinden. Colmar

Grünewald_El altar de Isenheim_
Musée d'Unterlinden. Colmar

     Sosteniendo un libro en una mano, San Juan Bautista señala con la otra a la figura agonizante de Cristo crucificado. La inscripción que hay en latín detrás de su brazo dice: Illum oportet crescere, me autem minué («Él debe crecer, pero yo disminuir»). Los dedos alargados de Cristo se extienden debido a la fuerza de los clavos, la sangre gotea de la lanzada del costado, y su carne está cubierta de heridas purulentas. María Magdalena está postrada de rodillas al pie de la cruz, con el tarro de perfume a su lado, y la Virgen María se desvanece en los brazos de san Juan Evangelista.

     La obra maestra de Grünewald le fue encargada para presidir el altar mayor de la capilla de Isenheim, cercano a Estrasburgo. El monasterio albergaba además un hospicio en el que los monjes de la orden de San Antonio atendían a los apestados, víctimas de la enfermedad más mortal y devastadora de la época. Los enfermos no tenían esperanza de curación, por lo que esta imagen debía confortarlos y reafirmar su fe; el mensaje pretendido es que Cristo, cuyo cuerpo quebrado aparece cubierto de llagas como las causadas por la peste, comprende su dolor y llora con ellos y por ellos.

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